viernes, 9 de enero de 2015

Feliz Navidad


Siguiendo la estela del Bertrand Tavernier de La vida y nada más (1989), Christopher Carion propone un mensaje de paz en unos tiempos caracterizados por la violación de los derechos humanos y la guerra. Para ello recrea un episodio real de la Primera Guerra Mundial en la que unos hombres decidieron olvidar sus diferencias, enterrar juntos a sus muertos, jugar al fútbol, y salvarse mutuamente de los ataques de artillería provenientes de los ejércitos a los que sirven.
La mirada de Carrion se fija en el teniente francés y alemán que -insinúa el realizador- compartieron sin saberlo una misma mujer, un matrimonio de cantantes de ópera una soprano y un tenor - basado en el cantante Walter Kirchhoff e interpretados con las voces de Natalie Dessay y Rolando Villazón - cuyas voces melodiosas crean el clima propicio para declarar una tregua y que prefieren acabar prisioneros del bando enemigo a permanecer separados, y un sacerdote anglicano que acompaña a sus parroquianos al continente.
Esas horas de confidencias revierten en un cambio de postura en los soldados quienes en caso de reanudar las hostilidades acribillarían ya no a masas anónimas de enemigos, sino a rostros amigos.

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